Luego de mucho pensarlo, con voz temblorosa y más asustado que cucaracha en baile de gallinas, llamé a mi amigo Asesino para pedirle me diera una o dos semanas para resolver algunos problemas de índole personal que no me permiten dedicarme a la escritura como quisiera.
Después de algunos repiques contesto:
- ¡Aló!
- Señor Asesino, soy yo, 3rn3st0, necesito hablar con usted.
- ¡Epa 3rn3sto! , ¿cómo estas amigo?. Dime, ¿en qué puedo serte útil?
Su voz era tranquila y muy amable, la verdad se me erizaron todos los pelos del cuerpo, pero ya había iniciado la conversación y debía terminarla.
- Bueno, le llamaba porque no voy a poder escribir por unos días.
Su voz se congeló de una manera que espantaba. El sabe el temor que despierta en mi y seguramente se aprovechaba de ello: – ¿Cómo es la vaina? Ese no fue el convenio, además te tengo dos nuevas historias.
- Bueno, señor Asesino, entiéndame es que tengo algunos problemas personales y necesito resolverlos.
- Hagamos algo. A mi tu familia, tus problemas y todo lo tuyo me interesa un carajo. Y si es mucho el problema podemos resolverlo rápidamente. ¿Qué opinas? Lo que si es seguro es que a mi tu no me vas a dejar como pajarito en grama.
Cuando habló de resolver problemas casi me hago en los pantalones, debía salir de éste apuro rápidamente o sería un numero más en las estadísticas rojas del país.
- Tranquilo, no se enoje. ¿Le parece si me da sus dos historias y las publico en los próximos días?
- Más te vale. Colgó el teléfono y me dejó ahí, temblando.
Pocos minutos después recibí dos correos suyos. Debo leerlos, corregirlos y publicarlos pronto.
Espero poder llevar una vida normal otra vez, pero quien me manda a estar enredándome con asesinos seriales.
para más http://yoasesino.wordpress.com/
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